Las maestras de Panchita le enseñaban de todo lo que pudiera serle útil. El arte de la cocina, de corte y costura y los grandes secretos de las plantas medicinales unidas a la forma de los ensalmos y rezos.
Había una sola máquina de coser Zinger en toda la zona, pero ella aprendió tan bien que su padre decidió ahorrar lo suficiente para comprarle una a la muchacha.
Fue así que en una Navidad llegó aquel regalo y fue muy bueno para todos… Lo que más necesitaba su padre y los demás campesinos era alguna camisa de trabajo fresca y barata y fue así que ella las aprendió a hacer y buscaron la solución de la tela más apropiada con los saquitos de harina de pan.
Dice el compadre que un día los saquitos se pusieron escasos, pero él necesitaba una de aquellas camisas…
— No importa que tenga algún letrero.
— Bueno se la voy a hacer.
Así fue que esa semana se apareció por la zona de lo más campechano con su camisa nueva… En la espalda mostraba en letras azules bien grandes un letrero en círculo que decía… Harina de Caibarién…
Lo otro allí eran las costumbres y las tradiciones todo muy unido a la pobreza. Por muchos años aquellos bohíos se mantenían como la única solución de vivienda.
Todos trabajaban y luchaban honradamente y lograban vivir. Hasta felices eran en medio de tantas necesidades.
En cuanto a las creencias religiosas había de todo y aunque la mayoría clamaba a Dios a su manera también estaban inmersos en profundas supersticiones.
Gente pobre pero muy respetuosa y servicial… así vivían y compartían.
Por medio de una de las maestras y una joven amiga pudo conseguir una camisa de Leonardo para hacerle una bien bonita con los adornos que estaba aprendiendo… una vez más en silencio lo pudo lograr… Una camisa de vestir con tela buena… Ahora a esperar el guateque para que se la estrenara.
Poesía y cuentos cristianos 